Nueva mirada a Espíritu Pampa

Nueva mirada a Espíritu Pampa: Caxaroma ciudad perdida

En junio de 2016, diecinueve años después de mi primera visita a Espíritu Pampa, regresé a aquel lugar para conocer los resultados de las últimas excavaciones y los importantes descubrimientos de la cultura wari que aportaron una nueva mirada sobre aquel importante sitio arqueológico.

En 1997 habíamos llegado con caballos y mulas por la misma ruta que siguió Bingham en 1911; mientras que en esta segunda visita aprovechamos ya la nueva carretera que permite llegar cómodamente en un vehículo hasta muy cerca del conjunto arqueológico. Las campañas de excavación realizadas en los últimos años y la limpieza de la vegetación selvática permiten observar ahora cómodamente el conjunto de recintos que se extienden sobre una gran plataforma, prácticamente indefensa, reforzada solo por algunos muros y taludes en la zona norte sobre el río Chaupi cerca de su confluencia con el río Concebidaioc. Tan fácilmente accesible que resulta evidente que no pudo ser de ningún modo Hatun Vilcabamba, como ya observó acertadamente Hiram Bingham en 1911. Ni la ruta de acceso ni las características del lugar coinciden con las descripciones históricas de la capital inca perdida. Conociendo aquel lugar y la documentación histórica resulta sorprendente que se haya defendido aquella tesis durante tanto tiempo.

A quinientos metros del lugar descrito por primera vez por Bingham, visitamos las excavaciones en marcha, donde el arqueólogo Javier Fonseca Santa Cruz encontró importantes enterramientos de la cultura wari, con objetos de plata y oro, bajo recintos construidos por los incas.

Tumba

Los pobladores machiguengas, también conocidos como campas, llamaban Eromboni a aquel lugar cuando lo visitó Bingham en 1911. El nombre Espíritu Pampa se lo puso un hacendado, Juan Cancio Saavedra, quien llevaba solo unos años en la zona recolectando caucho. Entre la vegetación selvática Bingham observó un grupo estructuras de factura especialmente cuidada al cual llamaban Tendi Pampa, con los restos de un edificio con catorce ventanas con hornacinas y nichos de doble jamba. Entre todos aquellos recintos es notable la gran kallanka, con casi ochenta metros de largo y siete y medio de ancho, con doce vanos a cada lado, es una de las más grandes del imperio inca.

También encontró algunas piezas de barro cocido curvado que le parecieron tejas; aunque las últimas investigaciones han concluido que por su tamaño y peso excesivo no fueron utilizadas como techumbre de edificios sino como objetos ceremoniales.

Paradójicamente el nombre inventado por un cauchero recién llegado se impuso hasta ahora frente a denominación de los pobladores anteriores a aquel conjunto de antiguos muros de piedra en la planicie selvática. Observando de nuevo aquel lugar ya limpio de vegetación me pregunté: ¿Cuál pudo ser el nombre inca de aquel sitio? Dadas las dimensiones del asentamiento y la cuidada factura de sus estructuras es evidente que tuvo que tener mucha importancia para los incas. Y recordé las referencias repetidas en varios capítulos de la crónica de Juan de Betanzos a un lugar selvático, hasta ahora desconocido, llamada Caxaroma. De acuerdo con las descripciones de Betanzos, los incas encontraron en Caxaroma un pueblo selvático, que ellos consideraron muy primitivo, el cual ocupaba un conjunto de edificios que por sus dimensiones tenían que haber sido construidos y abandonados por otro pueblo con una cultura más avanzada. Tal como hemos señalado en páginas anteriores, en apartado 3.7 de este libro, en la primera parte de la “Suma y Narración de los Incas”, en el capítulo XXVII, Juan de Betanzos narra que el Inca Pachacútec tuvo noticias de que “a cuarenta leguas de la ciudad del Cuzco” estaba “el pueblo de Caxaroma” en “una tierra que siempre llovía… y que los pueblos de la gente que por aquella tierra habían tenían casas largas donde cabían mil o dos mil hombres y que vivían todos allí dentro, y que era gente que andaba desnuda por ser tierra tan caliente”.

Más adelante en el capítulo XXVIII explica Betanzos que cuando Topa Inga Yupanque salió a conquistar el Andesuyo llegó a Caxaroma, donde había“polvo de oro…tierra montuosa y espesa de grandes quebradas”. Tras lo cual siguió adelante, anduvo dos años conquistando lugares en la selva donde recogió animales, oro y prisioneros, con los que regresó al Cusco.

En el capítulo XXXIII de su crónica Betanzos dice que tras la muerte de Ynga Yupanque, hubo una sangrienta rebelión en la selva, de la cual llevó la noticia al Cusco un inca que consiguió escapar, el cual “vio como se comían los cuerpos de los demás”.

Según Betanzos, Inca Yupanqui sometió de nuevo a soras, lucanas y otros pueblos chancas hasta cincuenta leguas del Cusco, conquistó Arequipa y a continuación sus capitanes se internaron en la provincia de los Andes, donde “fueron ganando e conquistando hasta la provincia de Caxaroma” que “es en los Andes y su montaña y a cuarenta leguas de Cusco” y de allí volvieron a Cusco, con serpientes y animales de la selva como trofeos.

Las descripciones físicas del entorno de Caxaroma y su clima, se corresponden perfectamente con Eromboni, o Espíritu Pampa, así como la distancia al Cusco. Ya que cuarenta leguas equivalían en la época a doscientos veinte kilómetros aproximadamente. Y la gran kallanka de Eromboni con ochenta metros de largo por siete y medio de ancho, tiene seiscientos metros cuadrados de superficie, lo que permitiría alojar a más de un millar de person

Espíritu Pampa

Las excavaciones realizadas en Espíritu Pampa por el Ministerio de Cultura del Perú desde 2008 a 2016 han identificado dos periodos de ocupación muy diferenciados en el tiempo, compuestas por estructuras wari y por construcciones incas. El más importante hallazgo wari son doce enterramientos correspondientes a personajes destacados encontrado por el arqueólogo Javier Fonseca Santa Cruz. Aunque varias tumbas habían sido saqueadas, se recuperaron ajuares funerarios con piezas de oro y plata. Arqueólogos que han investigado aquel lugar concluyen que fue abandonado por sus ocupantes wari de modo repentino. No se encontraron evidencias de combates por lo que se ha señalado como probable que se hubieran producido una gran mortandad por una terrible epidemia, tal vez de fiebre amarilla o alguna enfermedad endémica en la selva, frente a la cual el pueblo wari, originario de zonas altas de Ayacucho, tenía pocas defensas. Este rápido abandono explicaría por qué allí quedaron valiosos enterramientos, junto con los muros de grandes edificios de piedra, los cuales fueron ocupados por pueblos selváticos.

Los wari nunca regresaron, entre los siglos XI y XII D. de C. desapareció su imperio. De modo que cuando los incas se internaron en la selva trescientos años más tarde encontraron un gran complejo de edificios de piedra habitado por una población selvática, que no podía haberlos construido, ya que sus viviendas habituales eran chozas precarias construidas con ramas y hojarasca.

Por la importancia que le dio Betanzos en su crónica, Caxaroma tuvo que ser un lugar de gran importancia en la memoria histórica de los incas. En Caxaroma, como en Eromboni Pampa, había un gran conjunto de edificios de una cultura anterior cuando los incas llegaron a aquel lugar selvático. Eromboni Pampa está a cuarenta leguas de Cusco, como Caxaroma, y no se conoce ningún otro conjunto de edificaciones incas en territorio selvático de importancia comparable a esta misma distancia de Cusco. Nuevas investigaciones podrán determinar si aquel lugar fue el importante enclave avanzado en la selva conocido por los incas como Caxaroma, de acuerdo con el cronista Betanzos.

Espíritu Pampa, entrada

Espíritu Pampa, muro

Mientras eso ocurre, opino que sería razonable recuperar, o al menos no olvidar, la denominación más antigua conocida para aquel sitio arqueológico wari e inca: Eromboni Pampa, el nombre utilizado por los pobladores machiguengas; suplantado por el nombre inventado a comienzos del siglo XX por un cauchero recién llegado.

Cita del libro “De Machu Picchu a Hatun Vilcabamba” de Santiago del Valle Chousa. Pg.285